Son muchos los padres que llegan a nuestro centro desbordados por la crianza y la educación de sus hijos.

Y es que ser padres no es fácil y, como ya sabemos, los niños vienen sin manual de instrucciones.

  • La conducta desobediente

Es uno de los motivos más frecuentes de consulta. Se da cuando el adulto o la figura de autoridad pide al niño que realice una conducta y éste no la realiza en un tiempo determinado, o cuando se le pide que deje de hacer algún comportamiento en concreto.

También aparece cuando el niño realiza conductas que están prohibidas (por ejemplo, jugar al futbol dentro de casa) o cuando no realiza actividades            relacionadas con su higiene diaria, hacer sus tareas, etc.

  • Las conductas de desobediencia

Son habituales en la infancia y especialmente frecuentes entre los 2 o 3 años (periodo en el cual se inician) y al inicio de la preadolescencia.

Es importante diferenciarlas del Trastorno negativista desafiante, el cual implica comportamientos que alteran de forma significativa el funcionamiento social, académico y ocupacional del niño, los cuales van acompañados de comportamientos agresivos.

En este caso, solicitar ayuda profesional por parte de un psicólogo es fundamental con el fin de tratar las conductas y relaciones desadaptadas.

“Tengo que repetirle las cosas veinte veces, no hace caso y al final tengo que decírselo todo gritando y enfadado/a”.

¿Cómo actuar si un niño es desobediente y no escucha?

¿Te sientes identificado/a?

A continuación te ofrecemos pautas y recomendaciones con el objetivo de aprender a dar órdenes más efectivas a vuestros hijos:

  • Es importante tener en cuenta que las normas las pone siempre el adulto (padre, madre, abuelos, cuidadores, profesores, etc.).
  • Siempre que sea posible se aconseja dar las instrucciones en el mismo lugar en el que se encuentra el niño.

No darle la orden desde la cocina si el niño se encuentra en su habitación, ya que lo más probable es que tengas que elevar tu tono de voz y no sabrás si te está escuchando con claridad ni prestando la atención necesaria.

  • Tienes que situarte físicamente próximo a él y captar su atención, amoldándote a su talla mientras le hablas mirándole a los ojos.
  • Para asegurarte de que te ha escuchado mientras hablabas y que lo ha entendido bien, pídele a tu hijo que repita en voz alta lo que le has dicho o lo que tiene que hacer.
  • Las órdenes deben ser claras y específicas. Por ejemplo, en vez de decirle: “Pórtate bien” prueba a decirle: “Siéntate a mi lado mientras esperamos que nos llame el médico”.
  • Ser firmes, lo cual no implica hablar alto ni de forma agresiva, ya que conseguirás mejor efecto se te diriges a él de una forma clara y firme.
  • Deben ser comprensibles para el niño, es decir, que estén expresadas en un lenguaje adecuado y en términos conocidos para él.
  • Tienen que ser cortas y darse de una en una. Evita encadenar instrucciones o peticiones como: “Recoge los juguetes, báñate y coloca la ropa sucia en el cesto”, sino que estén espaciadas en el tiempo para permitir el cumplimiento de cada una de ellas. Pídele que haga las cosas paso a paso dándole las indicaciones de una en una a medida que vaya finalizando cada actividad.
  • Formula las normas o límites en positivo, pues generalmente los niños tienen una lista excesiva de “no” (“No grites”, “No pegues”, “No corras”, etc.). La instrucción deberá expresar aquello que quieres que haga, no lo contrario. Por ejemplo, en lugar de decirle: “No grites”, dile: “Habla bajito”. O cambia “No dejes los juguetes tirados” por “Recoge los juguetes”. Lo que pretendemos en enseñarle conductas adecuadas.
  • No te adelantes a una supuesta conducta negativa: “Ahora cuando vayamos al supermercado no empieces a echar chuches en el carro”. Quizás hoy no lo iba a hacer, pero estás dándole la idea. Mejor exprésale lo que esperas de él: “Ahora en el supermercado ayudarás a mamá a colocar lo que pone en la lista de la compra en el carro. Me gusta mucho que me acompañes”.
  • Avísale con tiempo de antelación antes de pasar a la siguiente actividad de forma que conozca lo próximo que tiene que hacer y vaya finalizando lo que ya estaba haciendo (“En 10 minutos tienes que ducharte” y se lo puedes volver a recordar después: “Ya quedan 5 minutos para ducharte”).
  • En ocasiones es necesario acompañarles para que cumplan la norma (dependerá también de la edad del niño). Por ejemplo, si su habitación está muy desordenada y tiene que ordenar los juguetes, puedes ayudarle un poco e intentar que se convierta en un juego y gratificarle por lo bien que lo ha hecho.
  • Es importante que describas las consecuencias tanto de su incumplimiento como de su cumplimiento. Por ejemplo, “Si terminas los deberes correctamente antes de las 17:00 podremos ir al parque una hora a jugar, sino se hará tarde y nos quedaremos en casa”. Y, por supuesto, cumplir lo que se ha pactado; de lo contrario el niño aprenderá que tus palabras tienen poco valor.
  • Procura que sean coherentes y no improvisadas de forma que haya acuerdo y coherencia entre los educadores del niño.
  • No deben entrar en contradicción con otras normas. Si tiene prohibido mirar el móvil mientras come en casa, tampoco lo cogerá si estáis en un restaurante. O si no debe saltar en el sofá, en casa de los abuelos tampoco.
  • Las normas deben ser para todos y para siempre. No dejes que dependan de tu estado de ánimo, cansancio, etc. Es recomendable que los educadores también cumpláis con lo establecido, es decir, si no quieres que grite, tú tampoco deberás gritar, no le digas que se tiene que comer toda la verdura si tú te la dejas en el plato; no le digas que tiene que leer si tú no coges un libro como tampoco le digas que está obsesionado con el móvil si tú estás todo el día enganchado. Recuerda que sois un ejemplo para él.
  • Evita centrar la autoridad en uno sólo de los padres o en otro educador (“Ya verás cuando se lo diga a papá”) y no desautorizarse nunca (“Es que no me haces caso, ya verás cuando venga papá”).
  • Recuerda que todos los miembros de la familia deben seguir el mismo criterio para que el niño entienda que independiente de con quién esté (papá, mamá, abuela, etc.) el resultado va a ser el mismo.
  • No deben ir acompañadas de contacto físico instigador (un pellizco, por ejemplo).

Y lo más importante, mucha constancia, paciencia, respeto y amor.

Si necesitas más información nuestro equipo de neuropediatras te ayudará a abordar el problema y a encauzarlo.

Además, también disponemos de un equipo de psicólogos y psicopedagogos.

DESOBEDIENCIA INFANTIL: Cómo dar órdenes a los niños para que hagan caso
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